"Aires mágicos". Notas al programa

Publicado el 02/12/2021

OSN

José Sosaya (San Pedro de Lloc, 1956)

Aires mágicos andinos (2019 / 2021)

 

Corresponde al “segundo estilo” del compositor, en el cual toma elementos tradicionales peruanos y/o latinoamericanos como punto de partida. Formada por tres piezas escritas en distintos años y para distintos instrumentos, con un tema común: la música tradicional del departamento de Ayacucho. La versión orquestal data del año 2019; de ella se hizo una adaptación para 45 músicos el presente año.

Estampa es una pequeña pieza escrita originalmente para voz y piano en el año 2007 con fragmentos del poema Telúrica y magnética de César Vallejo. Construida a partir de introducciones e interludios de waynos ayacuchanos que suelen ser ejecutados en dúo de guitarras, estas líneas son interrumpidas en dos ocasiones por otra melodía con aire de yaraví.

Wawapampay (entierro de niños) proviene de otra pieza, para fagot y piano, escrita por el mismo compositor en el año 2015. Basada en una melodía tradicional del departamento de Ayacucho que acompaña el momento de dar sepultura a los recién nacidos o a los púberes que fallecen. Dicha melodía, en idioma quechua, se compone de dos frases que usan solo 4 sonidos. A la melodía mencionada, el compositor agregó una introducción, una “cadenza“ y un final. La introducción y el final emplean ritmos de semicorcheas inexistentes en las frases melódicas, valor que también se usa en algunos casos para acompañar la melodía.

Caramuza, originalmente escrita para oboe y piano (2016), tiene una segunda versión para 6 instrumentos escrita en 2019 y estrenada en Madrid ese mismo año por el Grupo Sax-Ensemble. Basada en la conocida danza de tijeras ayacuchana, esta pieza presenta varias melodías y motivos “en competencia”, los mismos que en la sección final se entrecruzan y superponen en una suerte de polifonía frenética conducente al encuentro de todos los instrumentos en un solo motivo y acorde final.

 

Manuel de Falla (Cádiz, 1876 – Alta Gracia, Argentina, 1946)

El amor brujo (1915 / 1925)

 

En 1915, Manuel de Falla terminó de componer la primera versión de El amor brujo, que entonces llevaba el subtítulo de “Gitanería en un acto y dos cuadros”. El libreto fue escrito por María de la O Lejárraga García, aunque durante buen tiempo fue atribuido a su esposo, Gregorio Martínez Sierra. Tanto musical como literariamente, la obra se encuentra plenamente sumergida en elementos de la cultura andaluza. La protagonista es una mujer gitana que, no siendo correspondida en el amor, decide recurrir a las artes de la hechicería y la magia; luego de una noche de conjuros, encantamientos, y danzas rituales, consigue su propósito cuando las campanas del pueblo anuncian el amanecer.

Tras el estreno en el Teatro Lara de Madrid en 1915, en los siguientes años el compositor realizó una serie de revisiones que suman un total de once, entre versiones puramente orquestales y de ballet, llegando para incluso a cambiarse de manera drástica el libreto. Finalmente, en 1925 se estableció la versión orquestal que ha quedado como definitiva, teniendo como base el libreto original de 1915. Rápidamente El amor brujo pasó a ser una de las composiciones más difundidas de Manuel de Falla, con amplia difusión mundial, trascendiendo las fronteras de la música académica. Son conocidas algunas versiones de piezas sueltas de esta obra, como las que ha realizado por ejemplo Paco de Lucía, o incluso el trompetista de Jazz Miles Davis en su reconocido álbum Sketches of Spain.

 

Ludwig van Beethoven (Bonn, Alemania, 1770 – Viena, 1827)

Sinfonía No. 7 (1811 – 1812)

 

Son célebres las trompetillas amplificadoras que utilizaba Beethoven en un intento desesperado por mejorar su audición. Éstas fueron fabricadas por Johann Nepomuk Maelzel, músico, ingeniero, emprendedor y amigo de Beethoven, con quien además se alió para la difusión de un nuevo instrumento musical mecánico que inventó, un conjunto musical autómata llamado Panarmónico. Para este aparato, Beethoven escribió La victoria de Wellington, obra que aludía al reciente triunfo del ejército aliado en la batalla de Victoria, al mando del duque de Wellington. Se planeó llevar al instrumento junto con esta obra en gira hacia Londres, lugar donde Wellington era muy apreciado.

Para recaudar fondos para la gira, se hicieron dos conciertos en Viena a fines de 1813. El primero de ellos además fue aunado a una causa de caridad, que era la ayuda a los soldados austríacos y bávaros heridos en la reciente batalla napoleónica de Hanau. En este concierto, además de ejecutarse La victoria de Wellington en versión para orquesta tradicional, se estrenó la Sétima Sinfonía, terminada el año anterior. Esta obra, una de las más notables del compositor, es principalmente reconocida por una inusitada fuerza y expresividad rítmicas, lo que llevó a Wagner a considerarla como una "apoteósis de la danza".

El concierto de estreno fue de enorme éxito, y contó con la participación como intérpretes de notables músicos del momento: como concertino Ignaz Schuppanzigh (primer violín en estrenos de diversos cuartetos de cuerda de Beethoven), y a su lado el compositor Louis Spohr; Domenico Dragonetti como capo de contrabajos, y los compositores Giacomo Meyerbeer, Ignaz Moscheles y Johann Nepomuk Hummel en las percusiones; mientras que Antonio Salieri participó asistiendo a Beethoven en la dirección. Finalmente, la sociedad entre Maelzel y el compositor de Bonn se disolvería pronto, así como su amistad. Maelzel sería luego famoso por el modelo de metrónomo que patentó y que se convertiría prácticamente en el modelo estándar de metrónomos en el mundo.

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