Independencias. Notas al programa

Publicado el 28/08/2021

Independencias. Notas al programa

Eran finales de 1771 cuando Wolfgang Amadeus Mozart y familia retornaron a su natal Salzburgo después de realizar una gira por Italia. En términos generales, el viaje resultó un éxito por el caluroso recibimiento y la música encargada; sin embargo, el propósito principal de conseguirle una plaza al joven Mozart en una corte respetable no generó frutos. Cabe decir que esto no terminó por menguar en la producción musical del compositor y para el primer trimestre de 1772 compone los tres divertimentos KV 136 a KV 138, a sus cortos 16 años.

El más importante de los tres ya mencionados sería el Divertimento en re mayor, K. 136, una pieza ineludible dentro del repertorio moderno de cámara. El tema, si bien está compuesto para conjunto de cuerdas, resulta en una partitura inusual dentro del repertorio mozartiano ya que solía acompañarse de instrumentos de viento. Esto se puede traducir en la independencia creativa de Mozart que nutría su inspiración de los diferentes elementos y tradiciones que descubría a su paso; en este caso, sobre los modelos italianos de la época.

Tradicionalmente, el divertimento estaba conceptualizado para cumplir una función social, como acompañante sonoro de conversaciones y otras diversiones. Pero Mozart, fiel a su ingenio, decide estructurar la obra en tres movimientos dando luces a una pequeña sinfonía: abre un elegante allegro que armoniza las filas de violines, le sigue un andante de carácter bailable para que finalmente el telón caiga mientras suena un simple pero jubiloso presto. Nos permitimos resumir esta pieza con las palabras del musicólogo y crítico germánico Alfred Einstein:

“es una obra maestra en la escala más pequeña posible”. 


 

Encontrarnos próximos a las conmemoraciones por los doscientos años de la Independencia del Perú resulta en la excusa perfecta para acercar al público las obras de grandes referentes nacionales, en particular, de quienes desde el arte incidieron en comunicar el espíritu libertador. Tal es el caso de José Bernardo Alzedo (Alcedo), ilustre compositor peruano del siglo XIX reconocido por ser autor de nuestro Himno Nacional; pero de quien se introducirá, para este concierto, las otras tres piezas que sobreviven de su serie de canciones patrióticas.

Alzedo, producto de vivir en la confluencia de dos grandes vertientes políticas y sociales, no fue ajeno a la influencia de esa contradicción y lo vio reflejado en su producción musical: inicialmente clerical y posteriormente republicana. Su trabajo comulga exquisitamente diversos estilos y modelos que derivan en la creación de un repertorio pluralmente rico, como el caso de sus canciones patrióticas.

La chicha, considerada como el primer himno nacional peruano, reconoce una vertiente popular en sus partituras. Su armonía traduce musicalmente el jolgorio por el fin de la opresión española y el advenimiento independentista, celebrando el acontecimiento bebiendo y comiendo manjares tradicionales peruanos. Por su parte, en La despedida de las chilenas pese a que se puede apreciar el trasfondo coyuntural de la época, se distingue del ambiente festivo de La Chicha poniendo en contraste la euforia popular por la llegada de las tropas del Ejército Libertador de San Martín a suelo nacional, en relación con el semblante acongojado de quien ve partir a la guerra a su ser amado. Finalmente, La cora propone una diferencia de las anteriores canciones patrióticas, poniendo como subtexto una narrativa mítico-histórica de origen europeo para compartir la propuesta revolucionaria sudamericana. Alzedo transforma la historia original para regalarnos una enérgica retórica que marcaría una tendencia recurrente en piezas del compositor.

 

K. F. Cubas

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